martes, 5 de noviembre de 2013

Hablemos claro o la torre de Babel de la escritura

      Decir que la mejor manera de entendernos es hablar claro no es revelar un secreto de la alquimia. Pero afirmar que una interesante y fructífera manera de entendimiento es escribir claro puede parecer pretencioso o absurdo. Absurdo puesto  que la mayoría de los que “tiran líneas” por ahí, dicen poseer el don de la claridad para contar: una historia, una noticia, un argumento. Pretencioso puede resultar para quienes se jactan de ser elegidos y de escribir para sus pares, otros elegidos: los “entendientes” –si se permite el neologismo – de los entendidos. 
      En esta dirección, muchos textos recuerdan al capítulo 68 de Rayuela –otros al 69, pero ese es otro tema –, en el que se desafía al lector, se lo invita a jugar a partir de lo incomprensible de los términos. Pero esto es literatura. Son las licencias del discurso ficcional. Y además, es el maestro Cortázar. La web es una torre de Babel en muchos sentidos, algunos de ellos hasta necesarios. Sin embargo, el otro sentido, el del desentendimiento es el que transforma a este espacio discursivo en un lugar cifrado, en el que el texto se auto-clausura antes de comenzar a ser leído. 
     Dejemos lo ampuloso, elegante, lo sintácticamente correcto y semánticamente imposible para los discursos que lo merezcan. Hagamos de las recetas, sinopsis, la técnica del decoupage y otros grandes textos, un lugar de entendimiento para todos.


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