La literatura, tal y como la conocemos, bastante embaucadora la muy vivilla, puede engañar hasta al más astuto hombre perteneciente a esa raza de hábiles seres que se escapan de ella argumentando falta de tiempo. En envase pequeño, hace su presentación.
Denominados como literatura hiperbreve, microficción o microrrelatos,
estos tipos de textos ficcionales se caracterizan- por si no lo
ha notado aún el lector en la semántica de los prefijos-, por su extensión 'minimalista'.
Más allá de las diferencias, entre uno u otro término (que las hay), se puede
destacar una cuestión de tipo generalista: la primera y segunda, hacen referencia a la
literatura en su conjunto, incluyendo no solo relatos, sino también poesía o
pequeñas piezas dramáticas; por el contrario, la última acepción, se
centra en la narración.
Porque lo prometido es deuda, en la entrada anterior, y
dando comienzo a este taller de literatura, la propuesta de hoy gira en torno a
la construcción de un microrrelato, género que, junto con la narrativa breve,
admiro y frecuento.
Características genéricas
Al igual que cualquier texto narrativo cuenta con las
particularidades de su género: una situación inicial en el que se encuentra el
marco (personajes, tiempo, lugar), un conflicto (en el sentido de situación que
genera el tratamiento y desarrollo de la acción) y su resolución.
Pero, a diferencia de lo convencional, en la ficción
hiperbreve encontramos todo esto pero concentrado, de modo que suele complicarse la demarcación del espacio textual, dónde arranca uno y dónde culmina el otro. Desde mi perspectiva, la
fuerza de un microrrelato radica en dos puntos: 1) el remate y 2) el lector.
Al tratarse de pocas líneas, el remate es decisivo. Y, la
mayor parte de las veces, pone de cabeza al lector, sorprendiéndolo con un final
inesperado: cuando todo hace pensar que es X, termina siendo Z. En cuanto al
papel de quien procesa esas líneas, más conocido como lector, vale decir que su
accionar es siempre, en todo texto, el de figura protagonista: es quien activa lo escrito. En este caso me parece singular, porque al tratarse de una
historia condensada, su comprensión e interpretación se ve sujeta a muchas cosas no dichas pero
planteadas.
La edificación
Que sean pocos ladrillos por pegar no asegura la facilidad
de la construcción. Imaginar y materializar en pocas palabras una historia
(léase: una HISTORIA), es más complejo que largarse a escribir desbocadamente.
Sugerencias de escritura:
-precisión: elegir las palabras, pensarlas, encontrarles el
sentido de lo que se quiera decir.
- revisión y pulido: no solo de la parte estructural
(oraciones, ortografía), sino del tono, de todo el material que sobre y que
redunde en el texto. Para ello lo ideal es dejar que el relato “decante”; retomar su lectura a los días (meses, años) puede aclarar la situación.
Maestros de la ficción hiperbreve hay muchos, algunos
conocidos, otros no tanto pero igual de talentosos.
Uno de los textos más afamados y cuya brevedad asombra, pertenece a la mano de Augusto Monterroso:
El dinosaurio*
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Microficción y humor
En general, suele deambular el tono humorístico y sus
variantes, siendo el negro uno de mis favoritos. Si les place, pueden
frecuentar la lectura de La oveja negra y demás fábulas de Augusto Monterroso,
Falsificaciones del genio de Marco Denevi y, si tienen suerte, hay por allí un volumen
de Grageas 100 cuentos breves de todo el mundo, editado por el Instituto
Movilizador de Fondos Cooperativos.
Volviendo una página atrás...
Tal y como se dijo en la última entrada, está abierto el
buzón para que lleguen sus textos breves, acá en El corrector líquido te
encontrarás con un espacio abierto (y gratuito) para ser leído.
Para recordar:
Quienes lo quieran o necesiten, pueden mandar sus relatos
cortos en PDF (no más de 1000 caracteres) a elcorrrectorliquido@gmail.com.
* http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/monte/el_dinosaurio.htm